Creció entre hilvanes, costuras y cintas métricas. Años de su vida que pasó de prueba en prueba rodeado de rollos de tela e hilos de colores que fueron ciñéndose desde que era muy pequeño no sólo a su cuerpo, sino también a su subconsciente. “Siempre fui un niño muy delgado y de elevada estatura, por lo que los pantalones confeccionados o me quedaban bien de cintura pero no de alto o viceversa. Por eso, hasta que fui adolescente, mi padre siempre me llevaba a un sastre italiano para que me hiciera la ropa a medida y todo eso creo que se quedó marcado en mi interior”, recuerda.
Néstor Rodríguez nació en Venezuela y nunca imaginó que la sastrería terminaría siendo hoy en día su pasión y su profesión bajo el nombre de Sastrería Rotsen. Cuando tenía 18 años, todos esos recuerdos que dormían en su interior despertaron de golpe, y fue cuando empezó a interesarse por el mundo de la moda y a realizar cursos especializados de corte y confección, patronaje, ropa interior y sastrería en su país natal. “Todo empezó como hobby -explica- hasta que ya en la Universidad, mientras estudiaba Producción Industrial, los amigos comenzaron a realizarme encargos de ropa. Al principio les decía que no, pues aparte de mis estudios universitarios también trabajaba en una empresa privada e iba a clases de baile y apenas tenía tiempo. Pero tanto insistieron que un día me animé e hice un pantalón. Este fue el detonante”, comenta entre risas.
Néstor Rodríguez lleva más de 20 años dedicado al mundo de la sastrería masculina
Ese primer trabajo dio paso a más encargos y pronto, el boca a boca, fue su mejor publicidad. “Llegó un momento en que me planteé que estaba ganando más dinero haciendo en casa lo que realmente me gustaba que trabajando para otra empresa. Y así, sin más, dejé mi empleo y también la Universidad y me dediqué de lleno a la sastrería”, comenta.
Mientras combinaba trajes a medida con sus actuaciones como bailarín de folclore por diferentes países, llegó un momento en que Néstor decidió que tenía que dar un cambio a su vida y, aprovechando que tenía familiares en Tenerife, puso rumbo a un nuevo futuro. “Llegué hace diez años a Canarias como emigrante y con un reto en mente, tener mi propio negocio en un plazo máximo de dos años. Mi meta se vio cumplida a los 18 meses, cuando abrí Sastrería Rotsen, en pleno corazón de la capital tinerfeña. Una pequeña tienda que poco a poco he ido arreglando a mi gusto y en la que ya llevo al frente más de siete años”, añade.
Néstor Rodríguez ha convertido hoy en día su sastrería en un santuario de clásicas tendencias, telas refinadas y maniquís hilvanados que aguardan a medio montar por quien lucirá sus creaciones. Afirma que ser sastre es una profesión maravillosa pero en vías de extinción, pues “somos como arquitectos del cuerpo. Damos forma a un tejido plano y lo adecuamos a cada persona de manera artesanal, sabiendo lo que hay que resaltar o esconder”. No obstante, recalca que la industrialización del sector de la moda ha condenado al oficio, ya que las máquinas han sustituido el trabajo de las manos, ahorrando tiempo y costes.
Cuestionado sobre qué diferencia hay entre un sastre y un diseñador es muy concreto. “Sin faltar el respeto a nadie, creo que somos los pilares de la moda. La sastrería es un arte y lamentablemente quedamos cada vez menos personas dedicadas a ello. Un diseño es muy bonito plasmado en papel y un diseñador puede tener fantasía, crear ideas estupendas pero luego es el que cose quien tiene que hacer realidad esa creación aún en boceto que, muchas veces, es imposible llevar a cabo”.
“Creo que el gran fallo está a la hora de enseñar, pues cuando estudias diseño sólo recibes nociones básicas de corte y confección y de patronaje pero no te dan una gran clase de sastrería y de alta costura, que es el complemento de un buen diseñador. En mi caso, sería un candidato perfecto, pues ya llevo más de 20 años en este mundo y lo único que me hace falta es saber bocetar, porque conozco todos los tejidos, sé donde puedo innovar y donde no y las técnicas de corte”, subraya Néstor Rodríguez.
Pese a que la sastrería sigue su línea clásica y no permite muchos cambios en cuanto a cortes, el secreto de un buen profesional reside en tres pilares fundamentales: la técnica, mucha dedicación y, sobre todo, mucha plancha. “La tela también es importante a la hora de armar un traje, pues la caída, la percha y la elegancia que transmite a simple vista una prenda hecha a medida no se puede comparar con la que tiene una confeccionada. Es un oficio que demanda horas y horas de trabajo artesano”, matiza el sastre.
En cuanto al material con el que trabaja, comenta que debido al clima de Canarias lo preferible son los tejidos nobles frente a la lana poliéster que, aunque es más perdurable, es más calurosa. “Prefiero usar lanas frías o de entretiempo, así como terciopelo, algodón, lino o mezclas de lana con cachemir o seda. Un surtido de telas que traigo de Bruselas, Italia e Inglaterra y en una paleta cromática que va desde el azul marino al negro, pasando por el gris, marrón o burdeos”.
Asimismo, Néstor siempre intenta darle un toque personal a sus creaciones por encargo, jugando a fusionar parte de la sastrería tradicional con las tendencias más chic. “Me gusta mucho poner, por ejemplo, ocho botones en chaquetas o abrigos en vez de los tres o cuatro clásicos, así como combinar colores en los forros o decorar con ribetes de seda las prendas para darles más brillo. Es una forma de marcar la diferencia”, dice.
El sastre ha debutado en Tenerife Moda presentado su nueva colección en las I Jornadas de la Moda
Todo un escaparate de sobriedad, elegancia y glamour que desfiló recientemente sobre la pasarela de las I Jornadas de Moda de la Isla, donde Sastrería Rotsen realizó con todos los honores su debut en el colectivo Tenerife Moda con su colección ‘Fusion 2013’ , la cual no dejó indiferente al público asistente. Piezas inspiradas en reminiscencias del siglo XIX y principios del siglo XX , realizadas a medida y destinadas a vestir al caballero del nuevo siglo a base de chalecos, abrigos, casacas, trajes, smoking, fracs, chaqués o la elegancia de la capa española, entre otras propuestas.
“Hago de todo, hasta trajes típicos canarios, aunque lo que más me piden es para novios. Por eso mi clientela es muy variada, sobre todo en edad, pues quien viene para que un sastre le realice un traje es porque busca algo diferente. También tengo mujeres entre mi clientela, aunque en menor medida, las cuales lo que más piden es trajes de chaqueta o de noche, aunque en todo este tiempo he realizado hasta seis vestidos de novia”, explica el sastre.
Sobre los precios, Néstor recalca que todo depende de lo que cada cliente quiera gastar y, sobre todo, del tejido que elija, pues “el género es muy costoso, aunque hay una gama más económica que, aunque queda bien, no tiene la misma prestancia. No obstante, tengo telas que van desde los 50 euros hasta los 3.000 euros, que es una lana con cachemir que lleva incrustadas láminas de lapislázuli y que permite crear unas prendas realmente impecables. Por tanto, según el género y el diseño que pidan, un traje hecho a medida puede costar de 700 euros en adelante”.
Precios que, curiosamente y pese a la crisis, no han afectado a su producción. “Desde hace unos años he notado un incremento de clientes que vienen a mi tienda para realizarse trajes a medida. Un hecho para el que, sinceramente, no tengo explicación. Supongo que será que si necesitas una prenda exclusiva, pues muchos sopesarán que prefieren pagar esa cantidad por algo personalizado a pagar lo mismo por un traje a confección de firma que, casi siempre, tienen que arreglárselo. Por otra parte, creo que también influye que el hombre se preocupa cada vez más por su imagen y está más pendiente de la moda. Por ello, saben que un traje de sastrería es una inversión, pues aparte de la exclusividad está hecho por manos artesanas”.
En cuanto al futuro cercano, el sastre tiene puestas sus miras en ampliar su trabajo con otra tienda en la Isla, así como abrir mercado a nivel nacional. “La idea es formar a un pequeño equipo de personas para que me ayuden a fabricar las prendas, las cuales siempre con esa garantía de sastrería y el toque artesanal, se realizarían a mayor producción pero aplicando la técnica a talla, ya que el único problema de la distancia es que como sastre no puedo hacer pruebas sobre el cliente. Por ello, la intención es darle un nuevo enfoque y realizar pequeñas colecciones por tallaje”, subraya.
Néstor Rodríguez tiene sueños, pero lo más importante es que sus ilusiones van armándose poco a poco al igual que lo hacen las piezas de los trajes que confecciona. Lamenta que su oficio, por el que siente verdadera pasión, esté casi al borde de desaparecer y, sobre todo, que la gente ya no tenga interés por aprender sus mágicos secretos. No obstante, el seguirá defendiendo con todas sus fuerzas el arte de un trabajo que considera el sostén de la moda y junto a su inseparable cinta métrica al cuello, continuará midiendo y cosiendo todo su arte sobre la piel.