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Manolo Blahnik: «La codicia de la industria daña la moda»

Tal vez porque dos mujeres marcaron su vida -su madre y la ya desaparecida  editora de Vogue y Harper’s Bazaar, Diane Vreeland- Manolo Blahnik decidió homenajear los pies  femeninos y vestirlos de arte. Famoso por sus conocidos ‘manolos’ y los tacones más sensuales, el creador canario más universal sigue dedicado en cuerpo y alma a diseñar un icónico calzado con sus propias manos, encargándose no sólo de bocetar el glamour más exquisito sino también de armar los
cartones y las hormas con «la misma ilusión o más» que cuando empezó en este oficio, hace ya más de 45 años. Lujo artesanal que defiende como base de la calidad de cada una de sus piezas y por lo que se muestra contrario a la «codicia» de la industria textil que, a su juicio, «está dañando la moda».

A sus 73 años, Blahnik sigue considerándose un simple dibujante de zapatos, a pesar de que en su vitrina se dan cita los premios más importantes de la moda, incluida la Orden del Imperio Británico (2007); la Aguja de Oro (2001); la Medalla de Oro al Mérito de las aellas Artes (2002); la Medalla de Oro de Canarias (2003); o el Premio Nacional de Diseño de Moda (201 2), entre muchos más. No obstante, nuevos reconocimientos se suman ahora a su dilatada y reconocida trayectoria: el doctor Honoris Causa con el que acaba de ser investido por la Universidad de
La Laguna y, una de las distinciones más originales que ha recibido hasta el momento, un híbrido de flor que ha creado in vitro la Escuela Superior de Ingeniería Agraria lagunera y que ha sido bautizado con su nombre.

Blahnik, en la rueda de prensa en la ULL. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

Blahnik, en la rueda de prensa en la ULL. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

Para recibir la máxima distinción universitaria, el artista dejó por unos días su residencia londinense para viajar hasta su isla natal, La Palma, a la que cada vez regresa con menos frecuencia tras la muerte de su madre. A primera hora del pasado miércoles, y tras haber tenido la noche anterior un pequeño accidente con su perro que le afectó un dedo de la mano, Manolo Blahnik llegó a Tenerife con una intensa agenda, la cual comenzó con un encuentro con los medios, antes de ser nombrado Honoris Causa, para terminar con un multitudinario foro, organizado por la Facultad de Bellas Artes en el Paraninfo universitario, y en el que respondió a muchas preguntas formuladas por los alumnos.

El artista palmero junto al rector de La Laguna, Antonio Martinón. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

El artista junto al rector de la ULL, Antonio Martinón. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

Esbozó nostálgicos recuerdos de su infancia palmera, una época en la que no había coches ni la «maldita» televisión, sino tertulias que, en el caso de su familia, se hacían todos los días en la casa de su abuela. «Era una vida
intelectual y no tan mediocre como la actual, en la que se vive en un selfie permanente y donde los jóvenes crecen sin memoria». un pasado al que, a su juicio, siempre hay que mirar. Así, rememoró la elegancia e imaginación de Manuela, su mamá, quien tras casarse con Edmond, un joven de origen checo, aprendió en los años 30 a hacer zapatos con materiales inusuales en una época de restricciones y bajo las indicaciones de don Cristino, el único zapatero de la Isla. Diseños maravillosos con los que Blahnik creció y que entre juegos infantiles influenciaron en su futuro camino, pues cuando era niño calzaba a los lagartos del jardín de su casa con los envoltorios de platina de los caramelos.

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El diseñador hizo hincapié, durante su discurso como Honoris Causa, que en los años 50 sus padres quisieron que estudiara en la Universidad de La Laguna y que se formara como diplomático, al igual que lo era su progenitor, pero «bien fuera por problemas de salud que me aquejaban en aquellos tiempos, o por poco interés por mi parte, no superé entonces la entrada en esta institución, lo que hizo que cambiara mi futuro, pues posteriormente acudí a la Universidad de Ginebra y desde allí se me abrió el mundo que luego conocí y que, con el devenir del tiempo, me ha
llevado hasta aquí. No hay mal que por bien no venga», puntualizó.

Blahnik en su discurso tras ser investido Honoris Causa por la ULL. / Foto: Rubén Rguez de Cándido.

Blahnik en su discurso tras ser investido Honoris Causa por la ULL. / Foto: Rubén Rguez de Cándido.

Blahnik recuerda que en los años 60 visitó París y quedó prendado de esta ciudad, lo que decidió quedarse para aprender arquitectura y dibujo, sus verdaderas pasiones. Allí comenzó a bocetar, motivado por su atracción
por el teatro y el cine, hasta que en la década de los 70 se marchó a Londres, donde comenzó a trabajar en Zapata, un local de calzado. Tras diversos oficios, al final se especializó como fotógrafo de moda, lo que en 1971 , junto a su amigo Eric Boman, se marchó a Nueva York. «Allí me presentaron a la editora de Vague América y Harpers’ Bazaar, Diane Vreeland. Le enseñé mis bocetos y figurines para teatro. Ideas estrambóticas y llenas de cerezas sobre las que me aconsejó que me alejara para centrarme en crear zapatos. Ella me descubrió y por tanto cuando
regresé a Londres compré Zapata y abrí mi primera tienda».

La ULL invistió Honoris Causa a Blahnik y al astrónomo John Beckman. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

La ULL invistió Honoris Causa a Blahnik y al astrónomo John Beckman. / Foto: Rubén Rodríguez de Cándido.

Sobre su profesión como creador de zapatos, explicó que su trabajo siempre comienza con la observación, el análisis y la grabación mental de lo que ve a diario, dejándose influenciar, sobre todo, por la belleza y los gestos que hacen las mujeres. Se definió «adicto» a museos como el del Prado, al arte, a las iglesias y, en especial a la naturaleza, en la que se recrea contemplando las plantas, oliéndolas, sintiendo cómo crecen, apreciando sus colores, aspecto y texturas. «Todo me lo imagino en mi obra y así, poco a en mi mente van tomando forma los zapatos. Luego, plasmo cada idea en papel con creyones y colores de tinta China, diseñando así cada colección. Es algo que me fascina, sobre todo porque considero que es una sensación muy similar a la que mi madre tenía cuando, igualmente, diseñaba los suyos propios», subrayó.

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Una vez elegidos los materiales que más se asemejan a su idea es cuando llega el momento «del que disfruto mucho», dijo Blahnik, la confección con sus propias manos del primer zapato que, una vez terminado, nunca más vuelve a tocar porque asegura que no se venderá, «y lo que me interesa es lo contrario», apunta. Prototipos que dan vida a cada colección y que se producen en fábricas artesanas de Italia, siempre supervisados por el maestro que antes se los probaba, hasta que una lesión en el tobillo le obligó a desistir de este ritual. Piezas originarias – 30.000 modelos – que aunque no se comercializan se guardan en su casa de Bath, el Sanctasanctórum de los zapatos más venerados del mundo y que ahora están en proceso de catalogación para dar vida a una exposición retrospectiva que llevará sus creaciones desde el Hemitage de San Petesburgo hasta Praga, París o Madrid.

El diseñador ofreció una conferencia en el Paraninfo lagunero. / Foto: David Domínguez.

El diseñador, en la charla que ofreció en el Paraninfo lagunero. / Foto: David Domínguez.

«Desgraciadamente debo viajar por todo el mundo, visitar programas de televisión, conceder entrevistas de prensa, recepciones, presentaciones o inauguraciones como parte de todo el proceso de promoción de mi trabajo. Algo que quizá pueda parecer agradable para muchos pero no para mí, pues se aleja de lo que realmente me gusta hacer y que, como antes dije, no es otra cosa que la observación de lo que me rodea, de la propia naturaleza y su plasmación en mis zapatos. Pero, es una carga que llevo dignamente porque entiendo también que es una forma que hacer llegar mis diseños y colecciones a los clientes», afirmó un orgulloso palmero como cierre a su discurso de investidura.

El Paraninfo, casi lleno para escuchar en directo a Blahnik. / Foto: David Domínguez.

El Paraninfo, casi lleno para escuchar en directo a Blahnik. / Foto: David Domínguez.

Sabe que las mujeres -y ahora también los hombres, gracias a su nueva línea- se rinden a sus pies porque ha sabido encontrar la fórmula
del amor eterno entre zapatos, creaciones mágicas en las que flores, plumas, abalorios, perlas, y sobre todo, cerezas se cubren de pieles, sedas, muselinas, encajes, brocados, plástico o neopreno para transformarse en una historia de pasión en la que pie y zapato están hechos el uno para el otro. Una perfecta descripción del glamour con la que la profesora del departamento de Botánica de la Universidad de La Laguna, Josefina Rodríguez Enríquez, centró su laudatio como madrina del diseñador en la protocolaria ceremonia.

El creador de zapatos más famoso del mundo. / Foto: David Domínguez.

El creador de zapatos más famoso del mundo. / Foto: David Domínguez.

La vida de Blahnik es tan intensa y extensa que ante el interés que generó su visita a Tenerife, aceptó la invitación de la Facultad de Bellas Artes para protagonizar un encuentro con los alumnos y público en general. Un foro
distendido y, también divertido, en el que el dibujante de zapatos lanzó al aire frases repletas de ironía contra el mundo de la moda. «Odio que me llamen diseñador, es un término muy mal empleado y degradado por una
industria que tiene que cambiar y hacerse más interesante. Los jóvenes son la clave para lograrlo. Hay que buscar nuevas fórmulas de vender el producto, alejándose del horror actual en el que se han convertido las pasarelas, con esa música espantosa. El mundo está loco y está convirtiendo la industria en codiciosa y sin control. Dior o Saint
Laurent lo están viviendo con sus constantes cambios en la dirección creativa, pues nadie aguanta la presión de hacer hasta 20 colecciones seguidas para satisfacer la demanda que, sobre todo existe en Europa, de un consumismo impulsado personaje mediocres que se creen mediáticos. Hay tantos que ya no se sabe ni a quién seguir, destacó.

Manolo Blahnik con Rihanna.

Manolo Blahnik con Rihanna.

En este sentido, exigió acabar con «la aceleración de la moda, que no está dando buenos resultados porque merma la calidad de los acabados ante las prisas vender. Detesto que se califiquen muchos productos como lujo,
porque no lo son ante el monopolio de las multinacionales y es por ello que no me interesa entrar en este círculo del rápido, barato y mal hecho para ganar dinero. Yo quiero seguir creando con mis manos y sentirme libre para hacer lo que quiera y donde quiera», insistió, poniendo como ejemplo su reciente colaboración con Rihanna que «ha sido una sorpresa», subrayó. «Me encanta trabajar con jóvenes y asumir retos y con ella fue como un amor a primera vista cuando hizo un sutil movimiento de cuello y captó mi atención. A partir de ahí la he ido conociendo y puedo decir que es una mujer inteligente además de hermosa, lo que encaja con mi idea de perseguir la belleza».

El "dibujante" de zapatos, en La Laguna. / Foto: David Domínguez.

El «dibujante» de zapatos, en La Laguna. / Foto: David Domínguez.

Asimismo, anunció que uno de sus próximos proyectos se centrará en las iglesias españolas, las cuales prevé visitar en breve impulsado por esa atracción visual que siente hacia el arte sacro. «Quiero inspirarme en formas y detalles para diseñar una futura colección», manifestó. Metas que lo mantienen ilusionado en continuar con un oficio en el que, por el momento, no piensa colgar las botas. En este sentido, anima a los jóvenes a dedicarse a lo que realmente les gusta y, sobre todo a luchar para conseguir el éxito. «Si eres listo y quieres hacer una cosa, la harás.
Solo hay que encontrar la idea adecuada», resaltó.

El diseñador firma ejemplares de su libro en la ULL. / Foto: David Domínguez.

El diseñador firma ejemplares de su libro en la ULL. / Foto: David Domínguez.

Blahnik dio una lección de estilo y de elegante armonía en Tenerife y, por ello, su visita supo a poco. Desde Bellas Artes ya se trabaja para volver a contar en breve con el artista en la Isla, pero mientras este momento se
materializa, la vida de este artista palmero está a punto de llegar al cine bajo la dirección de Michael Roberts en una película que será presentada en el Festival de Venecia y que cuenta con su aprobación. «No me gustan las cámaras, soy alérgico, y saldré muy poco en el filme, salvo en algunas escenas y hablando en voz en off. Pero me encantan las historias», concluyó.

Texto: Mónica Ledesma.
Foto de portada: David Domínguez.
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