Louis Vuitton nació el 4 de agosto de 1821 en una pequeña aldea francesa cerca de Suiza. Su padre era campesino y sabía del manejo de la madera, mientras que su madre era sombrerera, por lo cual aprendió algo del oficio antes de partir en 1837 hacia París. Con tan solo 14 años, el joven inició un viaje de casi 400 km a pie hasta la capital gala, buscando una oportunidad de trabajo. Llegó dos años después a su destino y comenzó como aprendiz de Monsieur Maréchal.
En esa época, los coches de caballos, barcos de vapor y trenes eran los principales medios de transporte, por lo que las maletas sufrían graves desgastes. Los viajeros recurrían, entonces, a los numerosos artesanos para proteger sus objetos personales, por lo que Vuitton se rodeó de mucha clientela en poco tiempo. Unos inicios que le llevaron a forjar su carrera en un sector artesanal que requería de numerosas aptitudes para diseñar arcones y, después baúles, siempre adaptados a los gustos de los clientes.
Durante 17 años desarrolló distintos modelos buscando un estilo único y de alta calidad, hasta que reunió dinero suficiente para abrir en 1859 su primera tienda en el nº4 de la Rue Neuve-des-Capucines, cerca de la Place Vendôme. En este taller se fabricaban a mano bolsos y maletas innovadoras, un éxito que le hizo ser designado como proveedor del equipaje de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Su primer diseño de maleta era plano (una forma que permitía apilar los bultos) y reforzado por lamas de madera y ribetes de latón, perfectamente adaptable a los desplazamientos. Además, su tejido impermeable era realmente útil para los clientes que realizaban los viajes en barco, tanto que durante la inauguración del Canal de Suez, en 1869, la emperatriz Eugenia decidió llevar todo su equipaje Luis Vuitton.
Asimismo, su éxito surgió de la gran idea de crear el baúl HJ Cave Osilitecon un material ligero y hermético llamado lona Trianon, idea que muchos diseñadores de baúles y maletines le robaron. Pese a ello, la historia de la firma más famosa de accesorios de viaje se construiría en torno a la alta sociedad, pues personalidades ilustres como el rey de España, el gran duque Nicolás, el sultán Abdülhamid o estrellas de Hollywood comenzaron a usar sus creaciones.
Su fama era tan importante, que en 1867 Louis acudió a la Exposición Internacional de París como representante de su país, abriendo sus diseños al resto del mundo y creando los cimientos de una empresa a punto de buscar nuevos nichos. Algo que reforzaría, en 1875, el modisto francés Charles Frédéric Worth, quien le desveló un secreto para que complementara sus diseños: las fundas de crinolina y la piel de cordero.
Estos materiales darían origen a maletas más suaves, lo que el artesano no desaprovechó, apostando, asimismo, por incluir en sus baúles un amplio espacio para colgar la ropa junto a varias gavetas interiores, un guardarropa que dio origen a la primera pieza de mobiliario utilizada para viajar.
En 1885 Louis Vuitton abrió su primera tienda en Londres y así, mientras el negocio iba creciendo, a la par su familia continuaba con los pasos de su fundador. Georges, hijo de Louis, aprendió todos los entresijos de la empresa y, junto a su padre, creó en 1886 otro de los hitos de la historia de la marca, la cerradura Tumbler que ayudaba a evitar robos en los equipajes en base a un sistema de cierre único con dos hebillas de resorte. Igualmente, ambos inventaron la maleta-cama para una expedición francesa en el Congo, una serie de destacadas innovaciones que se transformaron en productos de culto cuando la firma abrió en 1898 su tercera tienda en los Estados Unidos.
La competencia intentó aprovechar los avances de la casa para sacar al mercado líneas de equipajes similares a las de Vuitton, pero fue Georges el que logró marcar la diferencia al diseñar en 1896 el famoso Monogram que identifica a la firma. Para ello, se inspiró en flores japonesas de las que tomó las formas de los pétalos para introducirlas entre círculos y en cuyo interior se encontraban las iniciales entrelazadas de su padre, fallecido en 1892. Una lona que fue patentada y en 1905 se registró como marca.
En 1936, el principal heredero de Louis Vuitton murió y la empresa quedó a cargo de su hijo Gaston, quién desarrolló productos con nuevas materias primas centradas en la impermeabilidad de los bolsos. Además, bajo su mando la firma se abrió a nuevos mercados, llegando a Japón en 1978.
La técnica de fabricación de los productos LV no ha cambiado desde el siglo XIX, siguiendo un método artesanal. La hora de creación de un baúl es de 60 horas y para un bolso ronda las 15, piezas que pasan por una serie de pruebas de durabilidad que van desde dejarla caer desde una altura de 4 metros con un peso de 3.5 kg en su interior, rayos UV para asegurar que no se decolore o probar unas 5.000 veces los cierres para confirmar su calidad. Asimismo, las asas están hechas con cuero de vaca de un tono claro, mientras los bordes se tiñen de rojo con costuras amarillas. Después de usar un bolso por unas semanas, las asas cambiar su color a marrón oscuro, y si no es así, entonces se trata de una pieza falsa.
Son muchos los productos icónicos que ha lanzado al mercado Vuitton a lo largo de sus más de 160 años de historia, entre ellos el bolso Speedy, en 1930, que se convirtió en el favorito de Audrey Hepburn, o la bolsa Alma, la única que Gabrielle Chanel llegó a usar de otra marca que no fuera la suya.
Asimismo, el mundo del deporte también se ha vestido por Vuitton, puesto que la Copa del Mundo, el trofeo más importante del fútbol, viaja desde 2010 en un cofre diseñado por la firma francesa y para el que han sido necesarias unas cien horas de trabajo manual para su confección. Un pequeño baúl realizado con la icónica tela Monogram que se abre en el frente y en la parte superior para permitir tomar la Copa cuando sea entrega en la final.