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Lola Prusac, el alma de Hermès

Lola Prusac fue una diseñadora francesa, de origen polaco, que introdujo en la moda de mediados del siglo XX un soplo de aire fresco. Durante casi una década trabajó para la famosa firma Hermès, convirtiéndose en el alma de los complementos más icónicos de esta marca, como el conocido bolso ‘Kelly’, la popular línea ecuestre o los pioneros bolsos Mondrian. Artista del telar y del hilado aprovechó su habilidad para bordar de magistrales colores sus colecciones femeninas, que se especializaron en trajes de baño y ropa deportiva. Pese a vestir a famosas del cine como Ingrid Bergman o Briggite Bardot, el nombre de esta creadora nunca alcanzó el reconocimiento de ‘couturier’ y quedó relegada al olvido tras su muerte.

Leontina Prusak, más conocida como Lola Prusac, nació en Lodz (Polonia) el 

Lola Prusac.

Lola Prusac.

Lola nació y creció rodeada de estas técnicas ancestrales del telar, hasta que al estallar la Primera Guerra Mundial optó por marcharse a París junto a sus hermanas mayores. Una de ellas vivía en el famoso barrio de Montparnasse y allí fue donde se empapó del arte bohemio que impregnaba las calles y que la llevaron a estudiar en la Sorbona y en la Ècole du Louvre.

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En 1925, la diseñadora se casó con un profesor del Collège de Francia y, un año después, comenzó a trabajar para la firma Hermès como modista. Sus primeras creaciones fueron jerséis, en los que combinaba el arte popular de su país con un sentido cromático extraordinario, prendas que enseguida lograron un gran éxito. En 1929 lanzaría su primera colección para la marca compuesta por trajes de baño estampados y chal a juego, a la cual seguirían otras de esquí y ropa sport que la llevaron a convertirse en la primera diseñadora en apostar por la elegancia de la mujer a la hora de practicar deporte. Su fama iba en aumento y fue nombrada coordinadora del departamento de líneas femeninas de la casa parisina.

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No obstante, su mayor contribución a la moda llegaría a mediados de los años 30, cuando Lola entabla amistad con el artista Mondrian y convence a Èmile Hermès para crear una línea de bolsos y maletas inspiradas en su obra. Así, la firma introduce los famosos motivos geométricos en cuero rojo, azul y amarillo en piezas para equipaje o en pañuelos de seda, creando la primera tendencia que, posteriormente, recogerían Yves Sain Laurent o, más tarde, Cèline.

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En 1937 otro icono de la firma estaba a punto de nacer de la mano de Prusac, cuando lanzó la gama de bolsos de cuero con hebillas de cinturón de Hermès ‘carré’ junto a un pañuelo de seda cuadrado o los bolsos inspirados en el sillín utilizado por los jinetes de caza, denominados ‘haut saco un courroies’. Simples, flexibles y resistentes, estos bolsos fueron diseñados con dos correas de cuero y un pequeño cierre de metal, convirtiéndose en marca registrada por la firma con el nombre de ‘Sac à Dépêches’. En cambio, cuando la princesa Grace Kelly fue fotografiada en 1956 portando este complemento a juego con un abrigo de piel sobre sus hombros y guantes blancos, el icono de la moda más importante del siglo XX transformó el bolso Hermès en uno de los accesorios más codiciados, impulsando a la casa a rebautizarlo como ‘bolso Kelly’.

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Lola Prusac disfrutaba de su trabajo creativo a la par que ampliaba su círculo de amigos artistas, a los que conocía gracias a la librería especializada en arte que regentaba su hermana en Montparnasse. Robert Delaunay y su joven esposa Sonia, Modigliani, Dunoyer de Segonzac, el galerista Katia Granoff, e incluso el escritor Colette influenciaron en su forma de entender la vida y, por ende, en sus diseños, repletos de reminiscencias surrealistas.

En 1935, Prusac dejó la casa Hermès para abrir su propia firma de moda en el centro de París, concretamente en el número 93 de Faubourg Saint-Honoré. Sus colecciones se centraron, principalmente, en géneros de punto y en la confección de vestidos ricamente bordados, encontrando una clientela pudiente que buscaba una ropa chic y sport para sus largos viajes. Asimismo creó una línea de joyería y, en 1948, comenzó a presentar sus propuestas dos veces al año y a desfilar en la Semana de la Alta Costura parisina. 

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Ingrid Bergman, Lauren Bacall, la duquesa de Windsor, Brigitte Bardot o Catherine Deneuve fueron asiduas clientas de Prusac, luciendo un tricot deportivo con el que consagró su fama en solitario. Pero, pese a que fue pionera en instaurar este popular estilo, por contra fue el motivo por el que la Cámara Sindical de la Alta Costura le negó en su momento la condición de ‘couturier’, a pesar de que era miembro activo de la misma desde 1952.

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En 1958, Lola entró en el mundo de las fragancias con el perfume ‘Sega’, un frasco de aluminio dorado con un corcho negro. En 1967 llegaría ‘Gant de Crin’, un agua fresca que se convirtió en una de las más vendidas de la época.

En 1978, la diseñadora recibió la Aiguille d’or (aguja de oro), premio otorgado a los grandes creadores de Francia por su contribución a la moda. Dos años más tarde, cerraría su céntrica tienda y, el 29 de octubre de 1985, falleció en París en el más completo de los olvidos.

Texto: El Atelier.
Fuentes: Wikipedia, Vogue y Bibliothèque Nationale de France.

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