Perlas, cristales, piedras preciosas e hilos de oro y plata se enhebran entre telas majestuosas para crear belleza entre bordados. Minuciosa fantasía que nace de unas manos artesanas que reivindican un oficio casi extinto pero que aún perdura entre los diseños más exclusivos de la alta costura. Puntadas de exquisitez que no solo siente sino ama uno de los pocos bordadores de España que ha logrado hacer de su labor un universo de seducción, Johan Katt de Court.
En su atelier madrileño cuentas de brillo, plumas de avestruz, pailletes o el material más diverso se engarza a sedas y encajes, dando forma a un arte que avalan los más de 40 años que el ‘brodeur’ lleva dedicado a una profesión única, en la cual su impecable técnica ha servido como complemento a grandes nombres del diseño nacional como Pedro del Hierro, Lorenzo Caprile, Cristina Egea, Teresa Palazuelo, Jesús del Pozo o Felipe Varela, además de reconocidas firmas entre las que destacan Ascot o Dafnis. Entre sus piezas más famosas está el vestido de novia de la Infanta Cristina, elaborado en tela brocada e hilos de seda y plata en cola y bajo pecho, así como el velo nupcial que lució doña Letizia el día de su boda con don Felipe.
El creador francés, pero residente en España, es reconocido por bordar los vestidos de doña Letizia
Johan Katt creció entre los bordados ‘haute couture’ que lucían su madre y su abuela en las recepciones que ofrecían a sus invitados en Marruecos, país en el que nació un creador de ascendencia francesa. “Siempre me fascinaron los trajes de fiesta que se ponían para las fiestas que ofrecían en casa, repletos de oro y cristal, y creo que de ahí viene mi pasión. Viví en este país hasta que cumplí 14 años, tras los cuales me trasladé a París junto a mi familia. Cinco años después fui admitido en la casa Lesage, que confeccionaba para Chanel o Dior, y allí aprendí los secretos de esta técnica que siempre ha ido unida a mi creatividad”, explica.
El artista ha trabajado para diseñadores como Pedro del Hierro, Lorenzo Caprile, Jesús del Pozo o Felipe Varela
Durante cuatro años se formó en este prestigioso taller parisino, hasta que tras un breve paréntesis, decidió trasladarse a España “por amor”. Un nuevo lugar donde hace 25 años apostó por abrir su propio atelier que, muy pronto, comenzó a ser requerido por casas de alta costura y de prét-à-porter, que le encargaban piezas de sus colecciones de noche, novia o complementos bordados. Color y sofisticación a pequeña escala creada artesanalmente para adornar de lujo y belleza a la mujer. Creaciones exclusivas que se inspiran en las joyas antiguas para dar forma a un mundo de dibujos bordados sin igual. “Mi estética a la hora de bordar está muy vinculada al mundo de las antigüedades, el cual me influyó desde pequeño debido a la relación profesional que había en mi familia al respecto”, añade Johan.
Entre las piezas de Katt destaca el velo de novia de la Reina Letizia y el traje nupcial de la Infanta Cristina
Flores, hojas, mariposas, libélulas y un jardín del Edén que tallaban antiguos joyeros para ir construyendo piezas de ensueño en base a unos dibujos de elegancia que hoy son fuente de inspiración para los bordados joya de este artista de la aguja. Piezas de hermosa factura donde materiales de alta calidad se engarzan a texturas empleando infinidad de técnicas del bordado, las cuales engarza con maestría un artista que hoy cuenta con 61 años de edad. “Es un trabajo muy laborioso y para el que se necesita mucha paciencia. Pero soy de los que creo que lo más importante es amar lo que haces y, en mi caso, estoy completamente enamorado de mi oficio. Es mi vida y creo que nunca me jubilaré”, afirma.
Una dedicación por bordar magia, tanto en aplicaciones para coser encima de la prenda o directamente sobre el tejido, que muchas veces queda solapada ante la propia fama del diseñador que le encarga la idea. No obstante, el prefiere no hablar sobre su distinguida clientela, entre la que figuran reconocidos nombres de la aristocracia como doña Letizia, y centrarse en lo que verdaderamente es su pasión, a pesar de que la Reina ha lucido en múltiples ocasiones bordados de Johan Katt en importantes actos públicos, como por ejemplo en el vestido de Felipe Varela que la regente llevó en la ceremonia de proclamación como Rey de su marido, Felipe VI, o el que mostró en los Premios de Asturias.
Pero, aunque el bordador ha optado por mantenerse en segundo plano dentro de la élite de la alta costura, lo cierto es que el pasado 28 de marzo el reconocido Foro Siglo XXI premió su dedicación haciéndole entrega de la medalla de oro a su trabajo. “Fue muy emotivo, pues casualmente el acto tuvo lugar en el Hotel Palace de Madrid, coincidiendo no solo con los 25 años que llevo en el oficio en España sino que ha sido en el mismo recinto donde por primera vez expuse mi obra. Estoy muy agradecido por este galardón”, añadió.
El bordador de alta costura tiene su taller en Madrid, donde realiza collares, clutch, chales o broches exclusivos
Una preciosista labor que, a pesar de verse afectada por la pérdida de clientes tras el cierre de muchas casas de costura por la crisis, en cambio sigue desarrollándose en este taller de bordado en el que trabajan tres personas junto a Johan. “En mi caso bordo y superviso todas las piezas, luego hay otra persona especializada en ganchillo, otra en máquina a pedal para meter cordones y otra en hilos. Hace unos años éramos más, pero los pedidos han bajado y se hacía imposible mantener una plantilla mayor”, destaca.
Sobre cómo se lleva a cabo el proceso del bordado, el experto añade que “bien el diseñador o un cliente particular me explica la idea que tiene y a partir de ahí se realiza un prototipo que, tras el encargo, se confecciona a mayor escala. Por ejemplo, si es una aplicación se hace a mano cada detalle por separado y luego se procede a montar toda la pieza, aunque siempre sin repetir dibujos para garantizar que no haya dos iguales. Se puede tardar entre cinco días e incluso un mes en terminar un encargo, dependiendo de la tela o del material en el que se borde. Aparte de los pedidos específicos, también realizo colecciones únicas para su venta en taller o en la tienda online (johankattbroderie.com) tales como broches, collares, clutch, chales, tocados o bordados en zapatos, entre otros”.
Creaciones en las que materiales de primera calidad traídos de diversas partes del mundo se entremezclan con hilos de seda, metálicos o de algodón que, además, se envejecen empleando técnicas específicas para dar ese toque vintage a la hora de engarzarse a cristales, azabaches antiguos o plumas.
Bordados excepcionales con precios que van desde los 70 euros en adelante, dependiendo del trabajo requerido y del tiempo que se emplee para su confección. “La pieza más laboriosa que he realizado hasta la fecha ha sido el mantón para la Virgen de Las Tres Cruces, realizado con mariposas de seda en un fondo de cristal de roca. Me llevó casi cuatro años terminarlo y su peso final fue de 18 kilos”, subraya.
Para Johan Katt la costura es un arte que distingue a quien la sabe portar. Su refinado gusto y su dilatada experiencia como bordador de belleza le han hecho ser un referente para los diseñadores nacionales de prestigio, a pesar de que también ha hecho algunos trabajos para firmas internacionales. Asegura y reitera que bordar no es solo su medio de vida, sino una necesidad vital. Por ello, su principal sueño es seguir por muchos años en un oficio en el que disfruta simplemente enhebrando el lujo a la elegancia.