La época dorada del cine de Hollywood fue, sin duda, el mejor trampolín para la moda. Un escaparate que se transformó del blanco y negro al Techicolor para hacer soñar a millones de mujeres y hombres con los diseños que lucían al otro lado las grandes estrellas de las películas. Un vínculo de glamour y negocio que aprovecharon los estudios más importantes de Los Ángeles para contar entre sus filas con los mejores diseñadores de vestuario, al ser conscientes de que estos genios de tendencias podían reflotar la resentida industria textil tras la Segunda Guerra Mundial. Un ejército de creadores en el que destacó una mujer, Gwen Wakeling.
Gwen Sewell, más conocida como Wakeling, nació el 3 de marzo de 1901 en Detroit, Michigan. Hija de un ingeniero de minas, su infancia y juventud la pasó viviendo en muchas ciudades ante el trabajo de su progenitor, desde Seattle a Los Ángeles, Prescot o Arizona. Cuando logró graduarse comenzó a forjar su propio destino como estilista de moda en un centro comercial, donde conoció al director de cine Cecil B. DeMille, quien le propuso encargarse del diseño de vestuario de la película ‘Rey de reyes’ (1927) que él rodaba para Pathé Studios.
Tras el éxito obtenido por este filme, el cineasta la llevó a la Paramount Pictures, donde permaneció hasta 1933 para pasar a la Fox como diseñadora jefa de los estudios. Tras la fusión que daría lugar a la Twentieth Century Fox, Gwen permaneció al frente del departamento hasta 1942, pero una grave enfermedad la llevó a abandonar su vínculo con las productoras para comenzar a trabajar de manera independiente.
En estos años, Wakeling diseñó para las principales estrellas de los años 30 y 40, desde Shirley Temple a Claudette Colbert , Alice Faye , Carmen Miranda, Betty Grable o Loretta Young, entre otras, y trabajó para famosos estudios como RKO, Metro Goldwyn Mayer o la Warner vistiendo películas emblemáticas como El prisionero del odio (1936), Corazones indomables (1939), Las uvas de la ira (1940) o ¡Qué verde era mi valle! (1941).
Asimismo, El perro de los Baskerville (1939), El conde de Montecristo (1934) y Las modelos (Cover Girl, 1944), con Rita Hayworth y Gene Kelly como protagonistas, también contaron con esta creadora, quien en 1951 ganó un Oscar al mejor vestuario, compartido con Edith Head, Dorothy Jeakins, Elois Jenssen y Gile Steele, por el filme Sansón y Dalila (1949).
Casada con el escritor Henry J. Staudigl, su prolifera carrera abarcó casi 150 películas, convertidas en clásicos de la gran pantalla como Invicto(1947), Valentino (1951), Escapada a Birmania (1955) o el que fuera uno de sus últimos trabajos, Mi bella genio (1965) donde se encargó de vestir a Barbara Eden. Un año después, Gwen se retiró del cine.
Su estilo, y su capacidad de adaptar cualquier guión a un vestuario exótico o moderno marcó tendencia en la moda de mediados del siglo XX, destacando su preferencia por los colores vivos, las siluetas con volumetrías y el brillo, que hicieron de Gwen Wakeling una de las diseñadoras consagradas de la época dorada de Hollywood. Unas creaciones que aún perviven, incluso tras su fallecimiento el 16 de junio de 1982 en Los Ángeles.
Texto: El Atelier.
Fuentes: Wikipedia, Vestuario escénico e Imdb.