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Artesanía para vestir el mundo

Esencia artesana transformada en moda. Derroche de imaginación, innovación y tradiciones que juega a dar forma a un nuevo concepto en tendencias, en el que infinidad de piezas hechas a mano se erigen en lujo para mostrar la belleza en todo su esplendor.

Una pasarela alrededor del mundo que, aprovechando la celebración de la IV Feria Tricontinental de Artesanía en Tenerife, desfiló el pasado  jueves entre color y caprichosas formas, jugando a envolver el cuerpo de la mujer de elegancia atemporal.

Un total de quince firmas de artesanos de diferentes países fueron los encargados de dar vida a una iniciativa pionera dentro de este macro evento que, del 29 de octubre al 6 de noviembre, convirtió el Recinto Ferial de la Isla en el epicentro de la artesanía universal.

Con un elenco de modelos compuesto, entre otras, por la Reina del Carnaval de Santa Cruz 2016, así como de su primera y segunda dama; de la Reina de las Fiestas de Mayo y de la Dama de Tenerife, las prendas de vestir y los complementos más variopintos pusieron el broche de glamour a una tarde especial.

Bajo la dirección de los diseñadores Marco Marrero y María Díaz, y junto al estilismo de Franko, un total de cinco desfiles cápsula fueron los responsables de cubrir de metales, lanas bordadas con motivos vegetales, sedas pintada a mano o laboriosas prendas en cuero la pasarela más artesana.

Las espectaculares piezas de cobre de la chilena Luz Farias fueron las encargadas de abrir los desfiles con gargantillas, maxi colgantes  y pendientes elaborados en piedras naturales que se enredan a la figura femenina en hermosas asimetrías. Lujo en tonos fríos que dio paso al vibrante color de los chales y ponchos de la Casa de Arte de Guatemala y sus exquisitos bordados vegetales.

La innovación llegó con la tinerfeña Cristina Valdés, que aboga por el reciclaje de CD para convertirlos en originales piezas de bisutería o complementos de mano. Brillo metalizado y ecológico transformado en ornamento al que siguió la suntuosidad de la gallega Susi Gesto, joyera que asombró con sus piezas modulares y gargantillas al más puro estilo haute couture, siendo su pieza estrella un chocker de cintas de seda y azabaches facetados que acababa en la espalda con un aplique de filigranas en plata digno de admiración.

Mientras, desde Senegal llegó el color con Fatouseck, una propuesta a base de colgantes y pendientes circulares, elaborados con tejidos tradicionales del país vecino, que trepan hasta las cabezas para cubrirlas de exóticos turbantes. Aires africanos que dieron paso a la calidez de las sedas de la argentina María del Carmen Gural, quien sabe pintaar de armoniosas tonalidades preciosos fulares, faldas o chaquetas.

Por su parte, la coronación del evento llegó de la mano de la artesana Didia Rivas y sus coronas y tiaras elaboradas con la técnica del ganchillo metálico o con perlas y cristales. Delicadeza orfebre que dejó entrever la versatilidad de la marroquinería del tinerfeño José Cayetano Alonso, encargado de teñir las pieles de vivos colores con los que lucir mochilas o maletines ejecutivos.

Marruecos, representado por Habbad Aissa, talló de sutileza y piedras semipreciosas el arte de la joyería alauita con maxi collares, pulseras y pendientes repletos de color. Mientras, desde Tenerife Sandra Herrera apostó por las asimetrías y ese guiño rebelde a sus piezas de joyería que, además, acompañó de bolsos de cuero con flecos, coquetas riñoneras y arnés con la misma función.

Desde México, Jan Cristian Mata puso la nota tradicional del país azteca con quechquemitl bordados, ruanas pintadas a mano y pendientes trabajados en punto de cruz o con el bordado original macagua. Texturas que también envuelven de calidez al frío con los ponchos y gorros peruanos de Ewin Pimentel.

Telares de magia e historia por los que también abogó la argentina Liliana Oberti, experta artesana en la confección de ponchos, chales y echarpes con lana de oveja y motivos inspirados en el arte rupestre, una propuesta cálida y similar a la elaborada por la chilena María Fuentes.

Por último, Senegal abrazó de color la pasarela con las prendas de Rama Diaw, quien cautivó por su originalidad. Al igual que hicieron los chales y ponchos bordados de la argentina María del Carmen Claro. Igualmente, desde Azores la artesana Silvia Texeira abrazó de delicadeza etérea el cuello de la mujer en base a collares y pecheras de encaje y pedrería.

El vicepresidente económico del Cabildo, Efraín Medina, mostró su satisfacción por la buena acogida de estos desfiles artesanos que, sin duda, lograron convertir a Tenerife en el centro de la moda artesana.

Texto: Mónica Ledesma.
Fotos: David Domínguez.
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