Mujeres bellas, elegantes y favorecedoras. Mujeres que no se disfrazan cuando se visten, sino que son reales, seductoras y con luz propia. Así es la filosofía que prevalece enhebrada entre pespuntes a Fernando Lemoniez, uno de los grandes nombres de la moda en España. Premio T de Telva y asiduo desde el año 2000 de la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid (Cibeles), este vasco de nacimiento -y parisino de formación- lleva más de 30 años dedicado al noble oficio de la costura más elegante.
Un maestro del pret-a-porter que, tras abrir su atelier en los 80, presentar su primera colección bajo la firma Exequo, fusionarse con Miguel de Palacio o trabajar en el taller de Yves Saint Laurent, decidió en 1997 lanzar su propia marca para conquistar el corazón más femenino. Un universo de cortes rectos y líneas depuradas al que, además, se unieron colaboraciones en joyas, calzado, bolsos y gafas para Suárez o Fosco, así como su reciente incursión en el diseño infantil bajo la marca Señorita Lemoniez.
El creador ha visitado estos días Tenerife para participar como ponente de lujo en el curso ‘La Moda. Marca e Identidad’, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Una oportunidad única junto a un hombre amable y cercano que, entre palabras, demuestra por lo que está considerado un genio de la aguja. Aunque asegura no haber creado un estilo, en cambio sus diseños son una forma de sentir la moda.
El diseñador vasco anuncia un cambio radical en su próxima colección, acortando sus tradicionales largos
-Su firma Lemoniez está a punto de cumplir 20 años. ¿Cómo se afronta la mayoría de edad de la marca?
-Pues con mucha más seguridad. Cuando maduramos, tanto personas como marcas, estamos más seguros de cómo queremos que sea nuestra vida, nuestro entorno o nuestro trabajo. Llegar a la mayoría de edad con mi firma ha sido muy positivo, porque hace que tenga las cosas más claras a la hora de transmitir un estilo, una línea o una propuesta concreta.
-Sus inicios en el mundo del diseño comenzaron a mediados de los años 80 en San Sebastián, cuando abrió su primera tienda-taller Descocos. ¿Cómo recuerda esta época?
-Fue una época muy bonita de la que guardo grandes recuerdos. Era un chico muy joven que con 25 años se quería comer el mundo y, aunque me tomaba las cosas en serio, lo hacía con otro ritmo. Era mucho más divertido. Según vas creciendo como persona, y tu trabajo empieza a cambiar, adquieres otras responsabilidades que ya no hacen tan especial ese momento. En aquella época todo lo hacías al momento, sin hacer previsiones, bajo un concepto más fresco. Aunque recibí muchas bofetadas, lo cierto es que aprendí de esos errores. Sinceramente, ahora echo de menos esos inicios. Me encantaría volver a esos años, aunque con todo lo que he aprendido hasta ahora.
-¿Si no se hubiese formado fuera de España, concretamente en París, Lemoniez hubiese logrado el mismo éxito?
-Si me hubiera quedado en San Sebastián y no me hubiese formado fuera hubiese desaparecido. Lo tengo claro. Siempre le digo a todos los jóvenes que empiezan en el mundo de la moda que si tienen una oportunidad se marchen a ampliar sus conocimientos a otros países. Hoy existen más ayudas que antes para poder salir de España y estudiar en el extranjero. Lo que yo aprendí en París me ha ayudado muchísimo en mi carrera y estoy seguro de que no lo hubiese logrado aquí ni en los 30 años que llevo ejerciendo el oficio.
-¿Qué ocurre en España para que la moda nacional no tenga aún ese reconocimiento internacional?
-El reconocimiento a la moda en España es complicado. Somos un país muy especial y tendrían que cambiar mucho las cosas para que esto ocurra. Personalmente yo lo he vivido tras estar mucho tiempo en París y luego ver como mis colegas han ido evolucionando en sus colecciones gracias al reconocimiento social, algo que aquí no pasa. A los españoles les gusta mucho lo extranjero y poco lo nuestro. No somos muy chauvinistas, cosa que no pasa en Francia o en Italia, por ejemplo. Allí defienden a capa y espada lo suyo, aunque a veces no tenga tanto interés, pero es suyo y se enorgullecen. En cambio, los españoles vamos con vergüenzas, temores, y la sociedad hasta hace muy poco no apoyaba a su moda. Hechos que hacen que sea complicado para un diseñador español ser alguien a nivel internacional, a no ser que salgas y te establezcas fuera para que ocurra, lo cual no deja de ser muy triste.
-¿De ahí esa obsesión de las firmas nacionales por abrir mercado fuera..?
-Es que si te quedas aquí te mueres. España es un país que lleva muchos años sin consumir. Las tiendas no venden y esta situación repercute negativamente en las marcas. O sales fuera o es tu fin. A pesar de que hay gente que le va muy bien, en cambio para las colecciones creativas el mercado está muerto. Es por ello que tienes q salir fuera si quieres subsistir y poder pagar facturas, sueldos e impuestos. De lo contrario es imposible si permaneces aquí encerrado.
-La crisis económica ha afectado al consumo ¿Y al diseño?
-La moda es un espejo e la sociedad y por supuesto que la crisis influye en el diseño, para bien o para mal. Soy de los que opina que una crisis, de vez en cuando y no tan duradera como la actual, es algo positivo, pues te hace ver lo q tienes que cambiar, ayuda a reactivarte y a no instalarte en la monotonía. En mi caso, la crisis me ha hecho pensar en generar nuevas ideas con el fin de que todo lo que he construido se mantenga y que la poca gente que come de mi trabajo pueda seguir. Es una responsabilidad que asumes.
-Imagino que ante tantas responsabilidades, en alguna ocasión se habrá planteado por qué no eligió otra profesión…
-(Risas)… Esto me lo planteo cada mañana desde hace ya varios años, concretamente desde que empezó esta crisis. Me levanto cada día y me hago la misma pregunta. Si hubiese hecho unas oposiciones a la Administración, pues a las 3 me iba ya a casa tranquilo y no como ahora en que me falta tiempo. No obstante, la moda ha sido innata en mi, quizás vinculada a mi familia que siempre le ha gustado todo este mundo. Es algo que vas asimilando desde pequeño y que sin saber por qué asumes y se convierte en tu vida. Para mi la moda es una forma de expresión.
“Tengo dos obsesiones, los edificios y ver cómo van vestidas las mujeres”, afirma Fernando Lemoniez
-¿Y qué le hubiera gustado ser?
-Me encanta la arquitectura, una disciplina que, además, va muy relacionada con mi trabajo. Tengo dos obsesiones, los edificios y ver cómo van vestidas las mujeres en su día a día. Cuando viajo en el autobús o paseo siempre voy analizando lo que me rodea, mirando los edificios y sus formas. Me gustan los planos, los ángulos rectos, las líneas depuradas, los espacios diáfanos con mucha luz y es lo que intento llevar a mi moda.
-¿Se considera un arquitecto del vestir?
-Más bien me considero un maniático del milímetro, de los planos y de los trazados y de ahí deriva otro de mis problemas, el referente al patronaje y al no saber delegar. En mi caso hago el 80% de los patrones de mis colecciones y no afronto el 100% porque no me dan las horas, pero es algo que me apasiona. Con esa parte que no puedo realizar personalmente siempre me queda una ansiedad, no en el sentido de corregirlos porque están bien hechos, pero sí de adaptarlos a mi técnica. Por ello, cuando la colección está lista intento recuperarlos y así quedarme más tranquilo.
-¿Cree que ha creado un estilo propio?
-Quizás no he creado un estilo, pero sí una forma de sentir la moda. Tener un estilo propio como puede ser Chanel o Yves Saint Laurent me hubiera encantado, pero no se puede llegar a todo en la vida. No obstante, si mis clientas regresan cada temporada puedo sentirlo así. Disfruto mucho en mi tienda en Madrid con ellas, a la que voy cada sábado y siempre que puedo entre semana para estar en mi entorno y en mi universo. Observo sus reacciones cuando ven o se prueban una de mis prendas y es una sensación que me gusta. Si regresan cada año es porque hay algo que está y que mantengo en mis diseños.
-Usted defiende que el gusto personal es el que crea el verdadero estilo de la moda…
-Absolutamente. La moda es una herramienta que ayuda a sacar de ti ese momento que estás viviendo. Unas veces nos vestimos de una manera y otra totalmente diferente, lo cual permite reflejar tu personalidad, tu estado de ánimo, tu seguridad o inseguridad. Todo va relacionado con el vestir y hay que dejar a cada persona esa libertad para que pueda transmitir con su ropa. El estado anímico también me influye como diseñador, pues por ejemplo acabo de hacer un editorial para el número de noviembre de la revista ‘Elle’ y ese día en concreto había sido complicado, tanto laboral como personalmente. Las estilistas me preguntaban qué prendas iba a elegir para la modelo y opté por una chaqueta de pata de gallo muy británica con una falda de un tejido jacquard muy años 20 que nada tenían que ver. Al final el look quedó precioso.
-¿Su moda también puede sacar la belleza de una mujer con curvas?
-Las mujeres en cualquier estado físico tienen una gran belleza. Una cosa es como se quiera presentar la colección en pasarela y otra la realidad a la hora del vestir. Creo que una mujer es bella tanto si es delgada, con curvas o gruesa. Para mi una mujer no es cuerpo es lo que transmite su persona.
El diseñador no descarta crear una marca para el hombre, pero se dará un tiempo hasta afianzar su línea infantil
-¿La elegancia depende del precio de un vestido?
-La elegancia es algo innato en la persona y para mi ser elegante es ser natural, nada forzado ni estudiado. Veo a muchas mujeres famosas que salen en revistas y a las que se las considera elegantes, aunque yo opino lo contrario. Una mujer elegante es anónima, espontánea y no analiza lo que se va a poner antes de salir, sino que abre su armario y coge lo que tiene, sea una prenda de lujo o low cost, y está maravillosa porque conoce sus posibilidades y limitaciones. Tiene seguridad.
-¿Y qué intenta transmitir Lemoniez?
-Personalidad. Yo no visto a una mujer concreta, pues mis diseños sirven para una chica de 35 años como para una señora de 60. La media de edad de mis clientas ronda esta edad, pues entiendo que las chicas jóvenes quieren otra cosa. Intento que cada una exprese su estilo a través de la identidad de cada prenda. Que se vean bien, en conjunto, y no la ropa por un lado y ella por otro. Busco que primero te fijes en la mujer y después en su vestido, pues muchas veces veo como siguen el dictado de una revista y al final no son ellas. Hay que hacer más caso al cuerpo y a la persona.
-Otra de sus recientes apuestas ha sido el diseño para niñas, con la línea Señorita Lemoniez. ¿Habrá un caballero Lemoniez?
-Si años atrás me hubiesen preguntado si iba hacer ropa infantil, la respuesta hubiese sido no, pero al final terminé creando en 2012 esta marca junto a mi cuñada, Soledad, y el éxito internacional ha sido enorme. Por ello, al preguntarme por un caballero Lemoniez pues es algo que no descarto y que, sinceramente, me encantaría hacer. Lo tengo en mente, pero es otro mundo diferente en cuanto a patrones, cuerpos y texturas. La idea es seguir un año más impulsando la colección de niñas y luego desvincularme para dejarle todo el peso a mi cuñada, quien aprende muy rápido y está llevando muy bien todo este departamento. Cuando llegue este momento y se hayan afianzado las bases de Señorita Lemoniez, me plantearé el otro reto.
-¿Con qué nos sorprenderá en la próxima colección?
-Antes que nada intentaré sorprenderme a mi mismo para mantenerme vivo, pero lo que quiero es ofrecer una gran propuesta coherente, interesante y real. Puedo avanzar que la tendencia será la de acortar mucho los largos, un giro radical en mis diseños en los que llevo más de diez años apostando por largos por debajo de la rodilla y aberturas. Me encantan las mujeres que seducen con el vestir, pues es un arma única que tienen ante la masculinidad. Me ha gustado crear prendas que no enseñen mucho para dar rienda suelta a la imaginación, aunque ahora tengo la necesidad personal de dar un gran cambio a mi línea y espero que guste.