Ovillos de hilo enhebran entre fantasía un secreto artesano custodiado por el tiempo. Manos pacientes que han aprendido un oficio, casi exclusivo de mujeres, que se ha ido bordando de generación en generación sobre la madera de antiguos bastidores. Caladoras de un entramado mágico en el que la tela se deshila para luego atarse de seducción entre puntadas, dando lugar así a una esencia canaria que emana de la tradición para transformarse en reliquias del arte más femenino. Flores, espigas o figuras geométricas reproducen a pequeña escala unos dibujos milimétricos los cuales, durante siglos, han servido para vestir de coquetería el hogar familiar. Miniaturas tejidas sobre algodón o lino que ahora se reinventan transformándose en joyas a través del cristal.
Hebras que se cubren de brillos y fantasía abrazadas a tonalidades mate que juegan a crear un universo de texturas sobre la tela, pequeños dibujos sin igual que van dando forma a un curioso entramado que se recrea en sus orígenes para modernizar una tradición en pro del arte en movimiento. La caladora tinerfeña Carmen Díaz es la artífice de esta emergente y novedosa línea de joyería canaria en la que ha reinterpretado el ancestral símbolo de la cultura isleña para hacerlo revivir entre piezas de glamour. Junto a la también artesana orfebre, Agostina Santini, ambas artistas han fusionado sus técnicas para presentar una propuesta conjunta más que llamativa, en la que el calado se ensambla a la transparencia del cristal y se rodea de marcos de plata para colgar sobre el corazón.
La artesana Carmen Díaz irrumpe con una propuesta en la que fusiona el calado canario al mundo de la joyería
Carmen Díaz explica que la presentación oficial de esta colección de joyas caladas tuvo lugar el pasado septiembre, cuando tras finalizar un workshop que impulsó el Cabildo entre los artesanos de Tenerife encontró una nueva vía para darle movimiento a su exquisito trabajo. “En 2013 obtuve el carné de artesana y un año después participé en este taller de innovación impartido por Ochoa y Díaz Llanos, donde nació el proyecto. Hacía tiempo que quería hacer algo diferente con mis trabajos de calado, no que solo sirvieran para guardarse en un cajón, sino que salieran a la calle a lucir esta maravilla que es única y parte intrínseca de nuestro patrimonio. Fue así como la idea comenzó a tomar forma y junto a Agostina se hizo realidad, mostrándola al público por vez primera en la pasada edición de Pinolere”, recuerda.
Explica que su amor por el calado viene desde que era pequeña, pues “crecí entre los bastidores de mi madre, mi abuela y mis tías. Creo que he sido caladora desde siempre, pues cuando tenía 5 años ya aprendí a elaborarlos. Además, me sentía atraída por realizar los más complejos y originales dentro de los diferentes tipos que existen, hebra, galleta, fino y madrigal. A mí el que me gusta hacer es el de espigueta con tres hebras”, matiza.
Carmen se dedicó en su juventud a ayudar a su familia en las labores del calado, pero también optó por formarse como higienista bucodental, trabajando en este sector tras el cual pasó al del transporte adaptado. Durante 16 años el bastidor quedó en el olvido, tiempo en el cual se casó y fue madre, apartando así su pasión artesana por una nueva vida conyugal y profesional. No obstante, tendría que suceder un hecho curioso para que su vida regresara al calado de su infancia y ello se lo debe a que a su marido se le averió el coche y el simple hecho de pasar más rato en casa la llevó a reencontrarse con la costura. A partir de entonces ya sería un sin parar, intentando recuperar esos minutos perdidos entre hilos y telas.
La caladora, junto a Agostina Santini, da forma a colgantes y pendientes únicos y originales
“En 2012 acudí a clase con Dolores Hernández, una reconocida caladora de Tegueste, para volver a perfeccionar la técnica. Estuve un año aprendiendo a marcar la tela y a calar sin empates y cuando actualicé mis conocimientos me presenté al examen para obtener el carné de artesana. Tras ésto llegó el workshop, donde los colgantes calados se hicieron realidad. A partir de entonces, ya empecé a acudir a ferias de artesanía, tanto comarcales como regionales, para mostrar y vender mis creaciones. Mis piezas gustaron y fue lo que me animó a fundar mi propia marca y a continuar con esta iniciativa, apostando por realizarlos en varios tamaños y complementándolos con pendientes”, subraya.
Carmen Díaz ha creado camisetas masculinas con calados canarios para la colección de Lucas Balboa
Joyas de hilo que el pasado junio dieron un giro inesperado cuando el diseñador tinerfeño, Lucas Balboa, contactó con Carmen tras ver una pajarita calada que ella había realizado. “Me propuso realizar una serie de camisetas con calados canarios para su colección primavera-verano 2016, la cual se presentó en la MFShow Men de Madrid y, recientemente en nuestro municipio natal, Icod de Los Vinos. Fue un orgullo y una gran responsabilidad que me lo pidiera, pues aunque ambos somos icodenses hasta entonces no nos conocíamos. No obstante, aunque quiero seguir colaborando con otros diseñadores sí tengo claro que mi idea es potenciar mi línea de joyería, pues es algo nuevo en el que, respetando la tradición, puedo ofrecer algo diferente”.
Con precios que oscilan entre los 30 y los 200 euros, los colgantes calados de Carmen Díaz aterrizan en el mercado en cuatro tamaños diferentes, así como con diferentes combinaciones de colores, según temporada y tendencias, destacando las tonalidades en rojo, plata, azul, verde, negro y dorado. De momento se pueden encontrar en ferias -la próxima la de Reyes en Santa Cruz de Tenerife- o contactando con la diseñadora a través de su página web. “Me gustaría tener más puntos de venta físicos, pero reconozco que soy novata en el mundo de la moda y tengo que ir despacio para darme a conocer. Pese a ello, estoy muy feliz porque sé que es algo que llama la atención”.
Respecto a si está preparada para abarcar una producción a mayor escala de este exclusivo producto, la artesana añade que “cuento con dos caladoras que me ayudarían en caso de que los pedidos vayan a más. También estoy pensando en ampliar mi taller en casa para que quepan más bastidores. Pero, por el momento todo lo hago yo sola, a pesar de que cada calado me puede llevar entre cinco o seis horas”.
Carmen Díaz no para de repetir que lo está viviendo es como un sueño que va demasiado rápido, pero a pesar de ello no quiere perder esta nueva oportunidad de transmitir su arte. Entre sus retos más inmediatos anuncia una exposición el próximo diciembre junto al estudio de Ochoa y Díaz Llanos y el artesano Juan Gil, así como un viaje a Italia con su compañera Agostina Santini para participar en una muestra de sus respectivas creaciones en Italia.
Asimismo, incorporar nuevas piezas a su catálogo, como cinturones y pulseras para el hombre en las que se fusionará el calado a soportes como el cuero o la plata, también centran sus proyectos más inmediatos. “Después de tanto tiempo alejada del calado nunca pensé que podría terminar dedicada a ello otra vez, pero poco a poco y, sobre todo con humildad, intentaré hacer realidad mi sueño”, concluye.