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El traje masculino, las claves del buen vestir

Afirmar que todo hombre que lleve traje es elegante es uno de los errores más comunes que se suelen escuchar, pues lo cierto es que ni todos tienen la misma percha ni los tejidos son de igual calidad. Indudablemente, el buen vestir masculino ha ido asociado desde tiempos de antaño al uso de este conjunto de dos o tres piezas, pero hay unas reglas de oro a tener en cuenta para que estas prendas sienten bien.

El origen del traje de caballero que se usa en la actualidad tiene sus antecedentes en Francia, concretamente en la corte del rey Luis XIII. Consistía fundamentalmente en tres piezas: casaca, chupa y calzones. La casaca tenía mangas anchas con amplias vueltas y llegaba hasta las rodillas; la chupa era un chaleco hasta las caderas cuajado de botones de arriba abajo; mientras que los calzones llegaban hasta debajo de las rodillas, por lo que las medias, que solían ser de seda, tenían protagonismo. Estas prendas fueron evolucionando con el paso de los años, llegando a convertirse en chaqueta, chaleco y pantalones. Además, debajo de la chupa siempre se utilizaba camisa blanca, un color que era signo de limpieza.

Luis XIII.

Luis XIII.

Este original traje varonil fue copiado por el resto de las monarquías europeas, aunque no sería hasta finales del siglo XVIII cuando gracias a la popularización del algodón en Europa -ya que hasta entonces tanto la ropa interior como las camisas se fabricaban a base de lino- su uso dejó de ser exclusivo de la aristocracia. Así, el traje llegó a las clases media-altas, complementado con largas corbatas anudadas al cuello que caían hasta la mitad del cuerpo.

Europa sucumbió a la moda francesa, la adoptaron todas las clases sociales y, por tanto, el traje masculino francés se convirtió en moda universal, perdurando hasta nuestros días. No obstante, ante la gran variedad de marcas, tejidos y confecciones que se encuentran en el mercado, los estilistas dan una serie de consejos a tener en cuenta a la hora de añadir estas prendas al armario.
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1. A medida. Es caro, pero que un sastre confeccione un traje a medida es una inversión con la que todo hombre se sentirá más cómodo y elegante porque se adapta mejor al cuerpo.

2. Fíjate bien en los remates. En los pequeños detalles está la diferencia y cuando un traje no es de muy buena calidad, por ejemplo, los ojales no están bien rematados.

3. El tejido tiene que ser suave. Nada más pasar la mano por la tela, te darás cuenta de que es bueno. Desconfía de una prenda que esté confeccionada con una tela muy rígida.

4. Que sea azul marino o gris. Si lo que quieres es un traje que te admita muchas combinaciones, tanto para verano como invierno, decántate por el azul marino o el gris. Eso sí, ten en cuenta el tejido. ¡Los paños son para el invierno!

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5. Corta los hilos de la aberturas de la chaqueta. No hay nada menos acertado como llevar las aberturas cosidas, tal y como está la chaqueta en la tienda para que no se deforme.

6. Se tienen que ver los puños de la camisa. El largo de la chaqueta debe cubrir el trasero y los puños de la camisa se tienen que ver al menos dos centímetros. Para saber el largo correcto de la manga del blazer dobla el brazo a 90° y comprueba que el puño quede justo en la muñeca.

7. Ojo con las combinaciones. Nunca mezcles una camisa negra con un traje del mismo color, gris o azul y una corbata clara. Busca la armonía cromática si es para un acto formal. Si quieres dar un toque sport, entonces olvídate de la corbata.

8. Los hombros. Al comprar un traje ya confeccionado hay que fijarse en cómo quedan los hombros. Asegúrate de que no sobresalen o se levantan.

9. Solapas. Una regla a tener en cuenta es la combinación del traje con la corbata. Nunca ésta debe ser más ancha que las solapas de la chaqueta. Además, siempre debe ser más oscura que el color de la camisa.

10. Botones. En la chaqueta, el primer botón (si son dos) o el del medio (si son tres) debe quedar a la altura o por encima del ombligo. Cuando te sientes no olvides desabrochar el botón inferior para que no se deforme la pieza. Eso sí, al volver a ponerte de pie, hay que abrocharlo. En cuanto a las camisas, los botones tienen que abrocharse al completo aunque los cubra la corbata. Sólo prendas como los polos, chaquetas, cardigans, chalecos y blazers deben dejarse con un botón desabrochado.

Texto: El Atelier.
Fuentes: Parisian Gentleman, Vestir Bien y Wikipedia.
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